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Ballester Nolla, Antoni

Mont-roig del Camp 1920 - Barcelona 2017. Oceanógrafo, Químico

Nació en Mont-roig del Camp en 1920, se mudó a Barcelona en la década de 1930 cuando su padre, un profesor de una escuela pública, fue enviado a la capital. Un hombre comprometido con la libertad, Ballester se ofreció como voluntario a la edad de 17 años para defender a la República Española contra la agresión fascista. Sufrió los vergonzosos campos de refugiados en el sur de Francia hasta que pudo regresar a Barcelona. Al final de la guerra civil española, obtuvo un doctorado en Química y Ciencias Biológicas con la calificación de excelente cum laude por su tesis doctoral. Su afición por el aprendizaje y su curiosidad por el comportamiento de los fenómenos naturales lo llevaron a observar de cerca estos procesos desde una edad muy temprana. A la edad de 10 años, publicó su primer artículo en un periódico local en Reus con el título Un julio anormal, en el que consideró por qué hacía frío en medio del verano. Se casó con Assumpció, una bióloga y tuvo un hijo, dos nietos y tres bisnietos.

Después de terminar sus estudios universitarios, se tomó un descanso y se dedicó a la aventura. Fue un espeleólogo muy activo y uno de los primeros buceadores deportivos en España. Fue en ese momento cuando conoció al Dr. Ramon Margalef, un eminente científico catalán cuya amistad le hizo redescubrir su vocación científica, aunque nunca abandonó la aventura. Margalef lo recomendó a una institución sudamericana que estaba financiando una expedición científica para describir la flora y fauna marina del Caribe de Venezuela, Trinidad y Tobago y las islas de Blanquilla y Tortuga. Ballester fue el director del Instituto de Ciencias Marinas en Isla Margarita, Venezuela, donde organizó el laboratorio oceanográfico de la Fundación La Salle e infundió al personal el espíritu de innovación que lo caracterizó a lo largo de su carrera. Como resultado de su relación con los oceanógrafos de todo el mundo, en 1966, el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales invitó a Ballester a participar en una expedición antártica a bordo del barco Magga Dan. Esto le dio la oportunidad de entrar en contacto con el medio ambiente antártico y desarrollar su trabajo sobre el análisis continuo y automático de algunos parámetros fundamentales de las aguas superficiales (temperatura, salinidad y nutrientes), una tecnología que él había perseguido durante mucho tiempo y que posteriormente fue aplicada a la mayoría de los buques oceanográficos. El prestigio que ganó en el mundo de la oceanografía le dio la oportunidad de trabajar en los Estados Unidos, pero prefirió quedarse en su tierra natal. Su incipiente conocimiento del ecosistema antártico lo convenció de que debía estudiarse más a fondo y que la investigación antártica debía incluirse en los programas de investigación españoles. Durante 17 largos años luchó por hacerse oír por la Administración española.

Decepcionado por las respuestas que obtuvo, decidió cambiar de rumbo. Ballester era un hombre fuerte, enérgico, inteligente, entusiasta y tenaz. Utilizó sus conexiones internacionales para obtener una invitación de Argentina para participar en la expedición antártica de 1984. Después de esta expedición, se convenció aún más de la necesidad de una Base científica española en la Antártida, pero el Consejo Nacional de Investigación (CSIC) no mostró interés. Una vez más, Ballester cambió sus tácticas en lugar de aceptar la derrota. Esta vez utilizó su buena relación con la profesora Rakusa Suszcewski, jefa del programa antártico polaco. Ballester se fue a Varsovia, y después de una negociación muy productiva, regresó a Barcelona después de haber obtenido cuatro amarres en la expedición polaca de 1986. Regresó del crucero antártico en marzo de 1987 sin el apoyo de ninguna institución española. Los líderes del CSIC, donde Ballester ocupó un puesto de investigación, le aconsejaron que se olvidara de volver a la Antártida.

En la primavera de 1987, el destino de Ballester se vio alterado por un rumor que luego resultó ser totalmente falso. Esta fue la hipotética partición territorial del continente antártico en el momento de la renovación del Tratado Antártico en 1989. Fue entonces cuando se despertó el interés del gobierno español. España no había querido unirse al Tratado Antártico antes, pero ahora necesitaba con urgencia preparar toda la documentación para que España fuera candidata al tratado renovado. Uno de los requisitos fue la presentación de un proyecto científico que se realizará en el continente antártico. El Ministerio de Asuntos Exteriores financió una base científica y designó a Ballester para llevar a cabo el proyecto científico. Lo que no se había hecho en 17 años debía prepararse en unos pocos meses. Antoni Ballester había cumplido su sueño. En 1988 inauguró la base antártica española Juan Carlos I (BAE) y recibió una gran bienvenida a su regreso a España. Desde entonces, cada año el BAE ha ido mejorando sus instalaciones y, aunque es propiedad de España, es utilizado por científicos de diversas nacionalidades. El BAE ha sido completamente renovado y el módulo de laboratorio original se ha recuperado como una pieza de museo que se puede ver en el CosmoCaixa en Barcelona. Unos meses después de abrir el BAE, Ballester sufrió un grave derrame cerebral que lo apartó del mundo científico en el que siempre había vivido. A través de la cruel ironía de la vida, cuando había cumplido su sueño científico, apenas podía disfrutarlo. Vivió el resto de su vida jubilada en su hogar en el barrio de Sarrià en Barcelona, aunque nunca perdió el contacto con algunos de sus colegas más cercanos. Su legado está ahí y persistirá para siempre.

El 15 de febrero de 2017, el químico catalán Antoni Ballester i Nolla nos dejó tras una larga enfermedad.

Exposición en Cosmocaixa

Dos miradas a la Antártida. Información en el web de CosmoCaixa.

Agradecimientos

Esta nota biográfica ha sido confeccionada a partir de la traducción del obituario que se publicó en la revista de ciencias marinas Scientia Marina escrito por Pepita Castellví, oceanógrafa. Referencia: Castellví, J. 2018. Antoni Ballester i Nolla (16 May 1920-15 February 2017). Sci. Mar. 81(1): 139-140. doi: http://dx.doi.org/10.3989/scimar.04629.09B.

Enlace al documento original en inglés



Galería de imágenes

De izquierda a derecha, Joan Comas, Antoni Ballester, Josefina Castellvi, Joan Rovira y Mario Manriquez en la Base Antártica Española “Juan Carlos I”. Antoni Ballester i Nolla Base Esperanza (Argentina). Foto: M. Estrada Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni En el módulo científico de la base antártica española. Ballester Nolla, Antoni Antoni Ballester i Nolla. Año 1960. Archivo ICM. Antoni Ballester i Nolla. Foto: Jordi Serra. Años 1958-1960. Escuela Sant Gregori. Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni Ballester Nolla, Antoni