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Isern-Batlló Carrera, Joan

Setcases 1821 - Madrid 1866. Botánico

Joan Isern nació en Can Batlló de Setcases, en el extremo NO del Valle de Camprodón (Ripollès), el 25 de septiembre de 1821. De pequeño y mientras acompañaba, durante los meses de verano, a los pastores en los emprivos de montaña tuvo ocasión de observar a los herbolarios que acudían a hacer pliegos de plantas medicinales y de conocer a los botánicos que año tras año iban a herborizar. Isern cursó las primeras letras con mosén Prats, vicario de Camprodón quien, contando que Can Batlló ostentaba la capellanía de Villalonga de Ter, lo orientó hacia el seminario de Girona aunque, al llegar el buen tiempo, cuando volvía a casa para colaborar en los trabajos agrícolas y ganaderos, solía guiar a los botánicos foráneos que solicitaban su asistencia dado el conocimiento de las plantas que el joven Isern iba desarrollando y el conocimiento que adquirió de la cordillera hasta más allá de la raya con Aragón.

Entre aquellos científicos estaban el inglés Philip Barker Webb y el italiano Pietro Bubani quienes aconsejaron a Isern seguir estudios reglados de Botánica en las Escuelas de la Lonja de Barcelona. Por este motivo pidió al párroco del seminario ser trasladado al de la capital catalana donde durante el primer año fue alumno, en la Lonja, de un joven Miguel Colmeiro Penido. Decidido a seguir la carrera científica que no la eclesiástica, al año siguiente Isern volvió a Girona para cursar, en el Instituto Provincial, las materias que le faltaban para poder acceder a medicina por cuanto, de acuerdo con el plan Pidal de 1845, las enseñanzas de los seminarios ya no acreditaban de forma automática para las carreras civiles. En Girona, Isern, después de cursar las asignaturas que no pudo convalidar, se examinó de grado de forma que el curso siguiente regresó a Barcelona para seguir los estudios superiores. Durante ese tiempo, Isern se ganaba la vida con la recolección y venta de hierbas medicinales y ayudando en los trabajos del campo a un campesino de las huertas de Sant Bertran ya que, habiendo muerto los padres, el heredero de Can Batlló se consideró librado de las cláusulas económicas establecidas por los bisabuelos en el momento de la constitución de la capellanía de Villalonga por el hecho de que su hermano había renunciado al sacerdocio.

Durante el curso 1849-50, en el que Isern cursaba el segundo curso de Medicina, aunque ya era reconocido por sus conocimientos de fitología, desde Madrid se enviaron instrucciones a todas las universidades españolas a fin de que propusieran candidatos para ocupar el puesto de colector botánico del Museo de Ciencias Naturales madrileño, plaza para la que no se exigía el título de licenciado. Los profesores de la Universidad de Barcelona, ​​con el rector al frente, propusieron el nombre de Joan Isern quien fue designado para ocuparla cuando, a finales del curso siguiente, la Dirección General de Instrucción Pública autorizó al director del Museo de Madrid a nombrar colector ‒con un sueldo de quinientos reales cada mes, leña y botica aparte‒ Joan Isern se marchó a Madrid el día 3 de julio, donde ejerció durante toda la década las funciones de recolector y conservador del Museo y Real Jardín Botánico (a partir de 1857 su estatus oficial fue el de ayudante de cátedra y responsable de la biblioteca).

Reconocida su pericia para la identificación y preparación de los vegetales, fue llamado a participar en campañas de herborización en los Montes de Toledo, Guadalajara, Almería (Sierra de los Filabres), etc. Al mismo tiempo Isern seguía cursando la carrera de Medicina, obteniendo su grado de bachiller en 1854. Sin embargo, los estudios le eran una fuente de dolores de cabeza. No por la dificultad que le pudieran presentar las diferentes materias sino por el choque con la burocracia que a menudo no le permitían examinarse cuando debido a la obligación de servir a los catedráticos de botánica del Museo se veía privado de asistir a clase, requisito considerado imprescindible para tener derecho de examen. En aquella época la represión que siguió a la revuelta popular de la Vicalvarada de 1854, en la que Isern había participado, le supuso otro susto académico. Joan Isern se casó al año siguiente con Tomasa del Olmo Soto, a quien había conocido en Valdemoro donde él contrajo el cólera, enfermedad que había decidido combatir en aquella villa madrileña cuando, habiendo ido a herborizar, estalló en ella la epidemia de 1854.

Al empezar la década de los sesenta acabaron por concretarse los intentos, largamente incubados, de los gobiernos isabelinos para enviar una misión militar de tintes neocoloniales al Pacífico, a la que, por iniciativa de la Dirección de Instrucción Pública del Ministerio de Fomento, decidió añadir a última hora una comisión científica, la denominada Comisión Científica del Pacífico (o CCP), de la que Isern ‒entonces ya padre de familia‒ fue nombrado (el único) botánico ayudado tanto por el renombre de experto y hombre trabajador que se había ganado a pulso como por los buenos oficios de uno de sus principales valedores, el zoólogo Mariano de la Paz Graells de l’Agüera que seguía siendo muy influyente en los círculos madrileños.

La comisión científica ‒presidida por Patricio Paz Membiela, un marino retirado aficionado a la malacología‒ la formaron, junto con Isern, los naturalistas Manuel Almagro Vega, Fernando Amor Mayor, Marcos Jiménez de la Espada Evangelista, Francisco Martínez Sáez y Bartomeu Puig Galup, junto al fotógrafo y dibujante Rafael Castro Ordóñez. El 10 de agosto de 1862 los científicos expedicionarios se embarcaron, en Cádiz, en los barcos de la armada. Bien puede decirse que doblemente porque la supeditación a los objetivos militares, y en particular al mando autoritario del capitán de la nave en la que viajaban (la fragata Triunfo, de 70 metros de eslora y una tripulación cercana a los quinientos hombres) y del general de la flota, dificultaron gravemente el trabajo de los miembros de la CCP al limitar su movilidad siempre sometida al arbitrio ajeno, tal como Isern y los otros científicos experimentaron ya desde la primera escala en Tenerife donde no les fue permitido de explorar la zona del Teide. Sin embargo, Isern pudo herborizar por los alrededores de Santa Cruz y, notablemente, por el bosque primigenio de Las Mercedes.

Las desavenencias no cesaron ni durante la travesía del Atlántico, ni en Brasil ni una vez reunidos de nuevo los ocho expedicionarios en la costa del Pacífico, hasta donde Isern llegó por tierra ‒junto con Paz, Amor y Almagro‒ después de cruzar desde Montevideo el Río de la Plata y la Pampa y atravesar la Cordillera desde Mendoza hacia la chilena Santa Rosa. Una vez en Chile, Isern y Almagro emprendieron largas e importantes campañas de exploración que les llevaron, juntos, pero también por separado, hasta Bolivia y el Alto Perú. Finalmente, a mediados de 1864 los caminos de los marinos y los de los científicos de la CCP –que fueron obligados a desembarcar e invitados a volver a España por su cuenta– divergieron definitivamente. Las singladuras de los barcos de la Armada, en misión que se convirtió en bélica, han dejado huella en el nomenclátor de la capital española: Callao, Abtao…, fruto de los bombardeos y otros hechos de guerra que protagonizaron.

En cambio, cuatro de los científicos –Almagro, Jiménez de la Espada, Martínez e Isern (Amor había muerto; Paz había dimitido y los otros dos se desvincularon)– decidieron continuar el encargo exploratorio después de obtener su permiso (y poco más) de las autoridades civiles de Madrid para emprender lo que ellos denominaron el Gran Viaje: nada menos que la travesía integral de la América amazónica para estudiar su naturaleza. De costa a costa, de Guayaquil a Pernambuco, siguieron un itinerario –para buena parte del cual no había ni caminos de herradura– que desde Quito les condujo hacia el corazón de la Provincia de Oriente: Papallacta, Baeza, Archidona … hasta encontrar los ríos navegables que, con la ayuda de las balsas y almadías en las que les iban convoyando los indígenas, les permitieron llegar al Amazonas y llegar, finalmente, a Gran Pará y Pernambuco des de donde, el 30 de noviembre de 1865 (más de un año después de haber salido de Guayaquil) embarcaron rumbo a Lisboa. Las dificultades intrínsecas de aquella expedición de carácter heroico sumadas a las penurias económicas con que la efectuaron la dañaron la salud de los naturalistas, especialmente la de Isern que murió en Madrid a finales de enero de 1866, un mes después de haber, finalmente, llegado.

Salvo una exposición pública de los objetos que los miembros de la CCP habían ido remitiendo durante el viaje, exhibición que se celebró ese mismo 1866 en el Jardín Botánico de Madrid, buena parte de aquellos materiales (del orden de cien mil muestras de la naturaleza y de las culturas americanas) quedaron abandonados sin revisar o, en algunos casos, esparcidos sin rigor entre los centros escolares. Afortunadamente, el herbario Isern se conservó a pesar de haber permanecido arrinconado también durante un largo período. En realidad, tuvieron que pasar muchos años hasta que empezó a ser estudiado. La colección reunida y enviada por Isern era descomunal (ningún otro miembro de la CCP le superó en dedicación): miles de exsicata preparadas con rigor y anotadas con exactitud, a menudo preservadas con un esfuerzo titánico de la infestación o de los inclementes meteoros de las selvas húmedas. Ejemplares de unas ocho mil especies vegetales diferentes, de las cuales cerca de seis mil fueron recogidas por el propio Isern, procedentes de Canarias, Cabo Verde, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador y otra vez Brasil, algunas de estas últimas en penosas circunstancias cuando a partir de Tabatinga la salud del botánico ya se había deteriorado.

El grueso de este herbario americano se conserva actualmente en el Real Jardín Botánico de Madrid si bien, de hecho, la catalogación no avanzó hasta que, en la década de los años treinta del siglo pasado, Ignacio Bolívar Urrutia, entonces director del Jardín creó la sección de botánica tropical, poniendo al frente un destacado botánico: Josep Cuatrecasas Arumí, hijo de Camprodón, quien, becado por la Junta para Ampliación de Estudios, viajó a Berlín y promovió la publicación de los primeros resultados del análisis de una parte de ese herbario (Cuatrecasas, 1935; Sleumer, 1936, y Trelease, 1941). Sin embargo, Cuatrecasas –quien durante la guerra española había ejercido el cargo de director del Jardín Botánico– tuvo que exiliarse y los estudios quedaron de nuevo interrumpidos. En 1958, un convenio con el Instituto de Botánica Darwinion (San Isidro, Argentina) permitió el estudio de las plantas argentinas, mientras que en 1978 y por medio de otro convenio, en este caso con el Museo Botánico de Gotemburgo, se encaró el de las plantas ecuatorianas. Por último, en el transcurso de los años ochenta, los investigadores del Jardín Botánico, y notablemente la botánica Paloma Blanco Fernández de Caleya, concluyeron la catalogación y el montaje de la imponente colección Isern integrada actualmente por unos veinticinco mil pliegos de herbario. También hay plantas de Isern en el Departamento de Botánica de la Universidad de Girona (procedentes del herbario que él reunió, por encargo del director, cuando fue alumno del instituto gerundense), o también en el Instituto Botánico de Barcelona, ​​en el herbario de Mariano de la Paz Graells en San Lorenzo del Escorial, y en el herbario Webb del Instituto Botánico de Florencia.

Escrito por

Josep Cuello Subirana, doctor en biología y escritor.

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Referencias

*semblanzas de Joan Isern:

  • Ametller, J. Necrología de Don Juan Isern y Batlló. El Pabellón Médico VI, 134-136, 146-148 i 157-162. Madrid, 1866.
  • Graells, M.P. Necrología: el botánico español D. Juan Isern. La Gaceta de Madrid, 30 de abril de 1866.

y también:

*diarios de los miembros de la Comisión Científica (publicados por otros, salvo el de Almagro):

  • Almagro, M. La Comisión Científica del Pacífico. Viaje por Sudamérica y recorrido del Amazonas. Madrid, 1866. Hay una edición publicada por Laertes (Barcelona, 1984).
  • Barreiro, A.J. Diario de la Expedición al Pacífico llevada a cabo por una comisión de naturalistas españoles durante los años 1862-1865, escrito por D. Marcos Jiménez de la Espada. Madrid, 1928.
  • Calatayud Arinero. M.A. Diario de Don Francisco de Paula Martínez y Sáez. Miembro de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). Madrid, 1994.
  • Blanco Fernández de Celaya, P. y D. y P. Rodríguez Veiga: El estudiante de las hierbas. Diario del botánico Juan Isern Batlló y Carrera (1821-1866). Madrid, 2006.

*estudios y crónicas sobre la Comisión Científica del Pacífico:

  • Barreiro, A.J. Historia de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). Madrid, 1926.
  • Miller, R. R. For Sience and National Glory. The Spanish Scientific Expedition to America, 1862-1866. University of Oklahoma Press, 1968 (traducción en español: Por la ciencia y la gloria nacional… Barcelona  ‒Ed. del Serbal‒, 1983).
  • Puig-Samper, M.A. Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo. La Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Madrid, 1988.

*sobre el herbario Isern:

  • Blanco Fernández de Caleya, P. y D. Rodríguez Veiga. “Comisión Científica del Pacífico (1862-1866)”: Estado actual del Herbario Isern en el Real Jardín Botánico de Madrid. Boletín Real Soc. Esp. Hist. Nat, núm. extraordinario 125 aniversario. Madrid, 1996.
  • Cuatrecasas Arumí, J. Plantae Isernianae, I. Anales de la Univ. de Madrid (Ciencias), 1935.
  • Sleumer, H. Plantae Isernianae, II. Ericaceae. Trabajos Museo Nac. Ci. Nat. Jard. Bot, 32, (1936), pero también Flacourtiaceae (1980) y Olacaceae (1984) los dos publicados en Flora Neotropica.
  • Trelease, W. Plantae Isernianae, III. Piperaceae. Ciencias (México) 2, 5, 1941.

*novela histórica:

  • Cuello Subirana La capsa de Dillenius. Barcelona, 2020.


Galería de imágenes

Retrato de Joan Isern por Josep Mirabent. © Archivo Fotográfico Centro Excursionista de Cataluña. La CCP al completo. Isern, de pie, está en el centro de la imagen (escalinata del Museo de Ciencias, Madrid, 1862) Miembros de la expedición al Pacífico. Isern está a la izquierda de la imagen con una caja de Dillenius en su regazo. Algunos miembros de la Comisión en Montevideo en diciembre de 1962. Isern, de pie, es el segundo por la derecha. Madrid, 1866. Grabado publicado en El Museo Universal: inauguración, en el Jardín Botánico de Madrid, de la Exposición sobre la expedición científica a América. Una parte del herbario Isern del Real Jardín Botánico de Madrid. Herbario Isern (RJB, Madrid) Herbario Isern (RJB, Madrid)