Definido por su modestia, Joan Cadevall «no aspiraba que su nombre figurase algún día al lado de los de Costa, Trèmols, Vayreda…, respetabilísimos; se habría contentado en ir detrás de ellos, a una distancia prudencial…», como indicaba el botánico Pius Font i Quer en la larga nota necrológica que le dedicó. Pero no fue así, Cadevall se convirtió en uno de los científicos más destacados de finales del siglo XIX y principios del XX en Catalunya.
De padre y madre payeses, animado por el profesor de su hermano a convertirse en un estudioso, Cadevall pudo matricularse a los catorce años para cursar los estudios superiores en Manresa gracias a los esfuerzos que su familia invirtió en su talento, aún no siendo el heredero. Su decisión tuvo la primera recompensa cuando a los veinte y dos años Cadevall entró a trabajar como profesor en el Colegio de Terrassa. Un año después, se licenció en Ciencias exactas por la Universidad de Barcelona y en 1873 consiguió el doctorado, siempre como discípulo de Antoni Cebrià Costa (1817-1886). Desde ese mismo año y hasta 1901, se ocupó de la dirección del Real Colegio de Terrassa. Propuesto por el maestro Costa, en 1877 ingresó en la Real Academia de las Ciencias y las Artes de Barcelona.
Su trabajo como pedagogo le fue reconocido ya en su época. Trabajó incansablemente en todos los cargos que ocupó y que fueron diversos. En 1886 fue nombrado director de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Terrassa, que contribuyó a fundar, y en 1901 promovió la creación de la Escuela Superior de Industrias de Terrassa. Con el nuevo centro, el Real Colegio, donde continuó en su cargo de dirección hasta 1904 y fue jubilado de todo trabajo en 1918, pasó a ser la Escuela elemental.
La dedicación a la docencia le absorbía, pero cada día dedicaba unas horas a la botánica. Las lecciones que había seguido de Costa en la Universidad de Barcelona le influyeron para decidirse por la fitografía. Siempre que podía recogía plantas y destinaba parte de este material a las clases docentes. Poco a poco se hizo un herbario de la zona y en 1890 presentó una trabajada Flora del Vallès a la Academia, publicada siete años más tarde. Todo este trabajo lo hizo guiado por el botánico Carlos Pau (1857-1937) que siempre le dio apoyo en su faceta como botánico y le animó a seguir adelante con su carrera de investigador. Su relación, eminentemente epistolar -Pau vivía en Sogrob, en el País Valencià-, se distanció después de la presentación de la Flora del Vallès. Durante esos años, fundó en Terrassa la Cruz Roja de esta población, fue elegido presidente de la Cámara de Comercio, se hizo cargo de la dirección del Observatorio Meteorológico, organizó la Escuela Industrial de Terrassa… todo esto le comportó una dedicación exhaustiva a la pedagogía. A este volumen de trabajo cabe sumarle la muerte de su esposa, en 1904, con quien no había tenido descendencia.
A partir de 1905 las cosas tomaron una nueva dimensión. Animado por Carlos Pau, empezó a preparar una Flora catalana. Hay que entender la transcendencia de esta decisión en un momento de sequedad botánica como la de principios de siglo en Catalunya, con un panorama bastante desolador. Cadevall creyó que hacía falta una Flora catalana y que aunque no se consideraba el hombre perfecto para tal empresa, sí que creía que era el único en ese momento que tenía los conocimientos para hacerla realidad. Lo que sentía Cadevall no era vanidad, sino una responsabilidad científica que le hizo avanzar en el ambicioso proyecto. Los consejos de Pau y un nuevo matrimonio en 1906 le dieron el impulso necesario para que la idea se fuera reforzando. Trabajó en ella con intensidad y en 1911 casi la tenía acabada. En ese momento se creó la Sección de Ciencias del Instituto de Estudios Catalanes (IEC) y con ella el objetivo de una flora catalana. Fue así como el IEC le pidió a Cadevall la publicación de su trabajo, pero con la condición que fuera redactada en catalán. Cadevall aceptó el reto de una nueva redacción con la ayuda de Àngel Sallent (1859-1934). La decisión no fue fácil, como el mismo Cadevall escribió en una misiva a Pau en 1913, «las dificultades son mayores por tener que escribirla en una lengua que, aún y ser la nuestra, no la habíamos cultivado y el tecnicismo de la cual, en gran parte, aún se tiene que formar».
El proceso de la Flora catalana fue largo y costoso. Cadevall así lo expresó: «Parece que al final la publicación será un hecho, la cual cosa, si por una parte me causa satisfacción, por otra me produce temor y miedo; temor de no verla terminada y miedo por tratarse de un trabajo superior a mis fuerzas y a los medios científicos indispensables para realizarla». Finalmente, el primer fascículo de la Flora vió la luz en 1913. Las palabras de Pau en respuesta al envío de Cadevall rebelan la transcendencia: «Recibí la Flora y le envidio». El segundo fascículo llegaría finalizado en 1919 y el tercer manuscrito, acabado en 1918, no se pudo publicar en vida de Cadevall, que murió en 1921. Pius Font i Quer retomó el trabajo de corrección y ampliación de este último fascículo en los años treinta, pasada la dictadura de Primo de Ribera.
Antes de morir, pero ya con la seguridad que el final no tardaría mucho en llegar, Cadevall quiso dar su herbario y sus ahorros a la Junta de Ciencias Naturales. El herbario quedó instalado en el Museo de Ciencias Naturales. El dinero tenía que ser destinado a premiar los jóvenes botánicos, pero la fallida del Banco de Terrassa hizo desaparecer los ahorros de Cadevall. De los últimos años de su vida y de la transcendencia de su persona queda constancia en la magnífica flora que firmó, pero también en las palabras de quien lo conocieron, como estas de Font i Quer: «En ese momento, me ha parecido verle en el pequeño y tibio comedor de su casa de Terrassa, la mano no obedeciendo ya al pensamiento, él dictando y su mujer escribiendo, trabajando con la tenacidad de siempre en la redacción de la Flora. (…) Él fue, en realidad y por elección unánime, el verdadero maestro de los botánicos catalanes de principios del siglo XX.»
Obras principales
- Flora del Vallès (Cadevall, 1897)
- Botànica popular (Cadevall, 1907)
- Notes fitogeogràfiques crítiques (Cadevall, 1892, 1906, 1907, 1908, 1909, 1910)
- Flora de Catalunya (Cadevall, 1915-1936)
Más información
- Camarasa, J. M.; Català, J. I. (2007). Els nostres naturalistes, vol. 2. València:
- Universitat de València i Mètode.
- Font i Quer, P. (1934). «Necrología de Joan Cadevall i Diars». Memorias de la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, vol. XXIII, núm. 18, pàg. 14-32.