Definido por su modestia, Joan Cadevall «no aspiraba que su nombre figurase algún día al lado de los de Costa, Trèmols, Vayreda…, respetabilísimos; se habría contentado en ir detrás de ellos, a una distancia prudencial…», como indicaba el botánico Pius Font i Quer en la larga nota necrológica que le dedicó. Pero no fue así, Cadevall se convirtió en uno de los científicos más destacados de finales del siglo XIX y principios del XX en Catalunya.
Dedicó más de 50 años de su vida a la enseñanza y la pedagogía. Hija y nieta de maestros fue la continuadora del tipo de escuela abierta y renovadora impulsada por su madre, la pedagoga Rosa Sensat y Vila. Según sus propias palabras, «la educación es más una obra de amor que de ciencia».
Fue profesor de zoología del Museo Nacional de Ciencias Naturales en 1837, catedrático de anatomía y fisiología en la universidad de Madrid en 1843 y uno de los fundadores de la Société Entomologique de France.
Médico internista. Estudió con Francesc Esquerdo i Ferrer i Solervicens, y en 1927 fue nombrado catedrático de patología y clínica médicas de la facultad de medicina de Barcelona; tuvo una gran actividad docente y una de las maestrías más eficaces de la medicina catalana contemporánea.
Ingeniero y catedrático de electricidad por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Profesor recordado, ingeniero reconocido y una figura académica respetada, Enric Ras i Oliva llevó la ingeniería más allá de lo que se podía cuando empezó a practicarla, en mitad de la guerra civil española. Implicado no sólo en su trabajo, sino en el futuro de la ingeniería en Cataluña y el de su formación, también supo remarcar la importancia de la responsabilidad ecológica y social que todo esto implicaba.